La industria vende adicción disfrazada con sabores
La industria del tabaco no vende solo nicotina. Vende adicción, enfermedad y muerte envueltas en sabores como chicle, mango y mentol. Pero estos sabores no son inofensivos. Engañan a los jóvenes invitándolos a probar productos altamente adictivos y haciendo que dejarlos sea mucho más difícil.
Las grandes tabacaleras han dedicado décadas a perfeccionar esta trampa. Investigaron cómo los sabores disminuyen la irritación que produce la nicotina. Estudiaron qué sabores atraen más a los adolescentes. Llenaron vapeadores, bolsas de nicotina, tabaco para mascar y cigarrillos mentolados con sabores dulces y refrescantes y salieron a promocionarlos en las comunidades.
Lo llamemos por su nombre: un plan fríamente calculado para enganchar nuevos consumidores y reemplazar los que habían perdido.